6 meses

Debo comenzar diciendo que soy malisimo para las fechas, por eso me ayudo con lo que tenga a la mano. Marco días en el calendario de pared con círculos fluorescentes o tachones con pluma, agrego fechas a la agenda del celular o del outlook, o… lo que sea; en este caso: un sms.

Aquella primera vez te vi de lejos, y no puedo negar que desde ese momento me gustaste. Vi tu cabello rizado y tu espalda a lo lejos (ah! porque te pasaste del lugar acordado) y entonces sospeché: “es ella, a huevo que es ella” –como si el ‘ella’ fuese ese ‘ella’ que yo había estado esperando-. Luego la plática, y tu manera de hablar -casi gritando, o- gritando poquito, y tus ademanes y tus modos y toda tu. Quede encantado… pero nada más, no obtuve un número y ni siquiera tu nombre.

Luego aquella fiesta, y la sensación de poder llegar a algo más. Esa pinche sensación que provoca el ‘hubiera’.

 

“Y si…”

 

Después… sólo tu y yo.

Y entonces, ese primer beso, esa primera sonrisa sólo para mi, ese primer TODO.

…la idea era poner una imagen de aquel mensaje, ese mensaje que enviaste apenas unos minutos después de dejarte en casa aquella primera noche. ¿Lo recuerdas? Tal vez no. Yo sí. (lo recuerdo y lo atesoro). Ahora sonrío y me lo guardo para mi pensando que podría presumir varios así… aunque, ese primer mensaje.

Ese primer mensaje me hizo dormir con una sonrisa estúpida, despertar con una sonrisa estúpida y… conoces el resto: sonreír apenas me escribes, sonreír por verte caminar, sonreír por sólo verte, sonreír por escucharte, sonreír por estar contigo, sonreír por verte sonreír.

Estoy acostumbrado a períodos de tiempo tan cortos que 6 meses me han parecido MUCHO tiempo; lo pienso de nuevo y creo que 6 meses es muy poco.

Ojalá esto dure más.

Mucho más.