“El Torito nunca duerme. Bienvenidos al Torito”

Un jueves cualquiera, salgo temprano de trabajar y me largo a por ella que se va a escapar. Nos vamos a cenar-chelear al bar donde será la tocada de la banda de un conocido. No voy a negar que tomé, habrán sido casi 3 litros de chela entre las 8pm que llegamos y las 2 am que salimos. El plan era perfecto: cenita, chelas, rock, música en vivo, pasar la noche con ella, y al siguiente día dejarla en su trabajo para después irme a Veracruz a pasar todo el fin de semana. Con eso en mente, decidimos cortar antes la fiesta.

Siendo apenas las 2am pedimos la cuenta y caminamos hacia donde se quedó estacionado el coche. Ya en el auto, manejo por entre calles para evitar la avenida principal y a la policía, hasta que salgo a un eje. Conduzco otro rato, subo el volumen de la música y a lo lejos distingo el titilar de las luces rojas y azules. “Uta! una patrulla”. Como venía “rápido” bajo la velocidad para no llamar la atención al momento de pasar junto a ellos y justo hago eso cuando al irme acercando más veo los clásicos “tambos” de color naranja que ponen para cerrar la calle y la silueta de un uniformado. “Alcoholímetro” es lo único que alcanzo a pensar. Demasiado tarde para irme por otra calle. Me hacen señas para que me incorpore a la fila de revisión y veo que no me queda de otra, ni pedo. Las veces anteriores que me ha tocado, todo consiste en una pequeña entrevista: como vengo, a donde voy, cuanto tomé. Yo con toda la tranquilidad del mundo les contesto que bien, que he tomado poco y voy a dejar mi novia “aqui cerca” a su casa. Despues de eso, deberían dejarme ir con un “Ándele joven, váyase con cuidado”. Confiado, bajo la ventanilla, se acerca el oficial a hacerme las preguntas de rutina hasta el fatídico: “Baje del auto por favor, vamos a hacerle la prueba”.

Luego lo clásico, uno que no quiere soplar o sopla muy suave y la otra “sople bien por favor”. Ok, soplaré. Y comienza a pitar el aparato ese. *BIP BIP BIP BIP*. Lo mira y friamente me dice: “El límite permitido es 0.4, usted tiene 0.54 y vamos a tener que remitirlo con el juez para que dicte la sanción administrativa correspondiente”. VERGA.

Aún asi trato de arreglar algo con el oficial, pero no se puede hacer nada. Después me enterare que no hay poder humano que logre sacarte una vez que han emitido el ticket con los resultados de la prueba. Entonces me avisa, “por favor, cierre  bien su auto, quite el freno y la alarma”. Le aviso a Jenn, y con toda la pena y dolor en mi corazón la tengo que mandar en taxi hasta su casa. Veo como la grúa se lleva mi coche mientras me suben a la patrulla. Aun no me cae completamente el veinte de lo que esta pasando. Junto a mi esta otro wey, sus amigos (igual de ebrios o más) hacen bola alrededor de la patrulla tratando de convencer a algun oficial de que lo liberen. Para colmo, la patrulla no arranca, y tenemos que esperar a que le pasen corriente. Al parecer ya nos llevan con el juez pero al tratar de pasar un puente la patrulla se detiene. PFFF! Otra vez no arranca por lo que piden apoyo. Por el radio se escucha avisos del tipo “en esa calle se estan robando tsurus, por favor, esten alertas” o “jetta negro sospechoso, visto por ultima vez en…”. Pasan los minutos y el apoyo no llega, ya llevamos un buen rato esperando hasta que por fin nos cambian de patrulla y ahora si, con el juez. Al llegar nos toman datos y nos pasan con la médico legista

La medico me vuelve a preguntar algunos datos; nombre, edad, que día es hoy “pues… si ya es vienres entonces debe ser 12 de febrero” Me revisa las pupilas y luego la garganta con el abatelenguas. Siento nauseas. “Eso siempre me da nauseas” le comento. “A ver”. Cierro los ojos, abro la boca y al sentir el contacto de la madera vuelven las nauseas. No me doy cuenta que ella ya esta en su escritorio terminando el reporte. “Eso es todo” y me llevan a esperar otra vez al juez. Mientas espero llega otro desafortunado, 40-45 años y la plática entre oficiales va en el tono: “¿Son todos? ¿Ya esta la cuota?” -“Si, éste es el último” –“¿De verdad el ultimo?” con tono de impaciencia. -“Si, son todos” Que poca madre. Hubiera salido tarde como siempre y nada de esto estaría pasando. Hubiera tomado el viaducto como siempre. Hubiera.

Ya con el juez, me informa que de acuerdo al médico, estoy bien para tener una audiencia, me toma otra vez datos; pregunta si sé por que estoy detenido y me pide que le relate lo que pasó. Me informa que la sanción estipulada es de 36 horas a partir de esa hora. 4:20 am.

Me manda con el oficial y me pasan a galeras. En la celda que me ponen hay una plancha de concreto y un hoyo en el piso que hara la función del baño. En la plancha dos tipos con la misma suerte que yo. Uno a cada orilla, sentados, despiertos o durmiendo, no sé. No hay manera de recostarse por lo que me siento enmedio a “calentar cemento”. Sí, es incómodo, ¿qué esperabas?. Por fin encuentro una posicion menos pior y trato de dormitar un poco. Veo como pasan a otra celda al que venía conmigo en la patrulla y solo queda esperar. Después de un tiempo nos “despiertan” para trasladarnos a no se a donde todavía, nos piden quitarnos el cinturón y agujetas de los zapatos y nos trepan a una pick-up. 15 cabrones en total; apretados, mal sentados, tres de casi-pie, en cuclilas, sentados en el piso o como podamos, cuatro policias atrás.

Despues del accidentado trayecto llegamos al destino. La camioneta se detiene y nos permiten bajar a estirar las piernas porque “esto va para largo, jóvenes”. Nos forman afuera de un zaguán blanco y seguimos esperando. La mañana no es tan fría. Poco despues, siendo alrededor de las 8am abren y nos hacen pasar, el oficial que abre nos recibe con un amable

“El Torito nunca duerme. Bienvenidos al Torito”