Ojalá me equivoque…

Hoy no circula mi auto, asi que salgo y camino a la parada del autobus. Subo y mientras avanza me recorro a la mitad donde quedo frente a una ventana por la que veo caminar a una chica. Cabello negro en rizos, rizos largos y el cabello a media espalda, grandes nalgas, de esas nalgas que parecen ir desde la cintura hasta media pierna; ah si, y el contoneo, el contoneo propio del caminar de quien se sabe dueño de su mundo. Luego la cara, una pequeña y delgada cara, de esas que fingen la edad; y los lentes. Me recordó tanto a aquella de quien me enamoré.

Aquella chica universitaria con pretensiones, con ganas de ser una verdadera economista y aplicarse en algun campo de investigación (o eso es lo que decías). Aquella chica que leía montones de libros, cuyo pretexto para leer best-sellers era “para que no me anden platicando”. La chica cocacola que caminaba por los pasillos saludando a todo mundo. La que no veía llegar la hora de terminar la licenciatura y hacer un posgrado y tener una linda casita para ella sola y un auto de esos que ahora se compran los yuppies. La que tenía ganas de comerse el mundo y ser alguien.

Cómo me gustabas por todo eso.

Pero ahora nada de posgrado, nada de linda casita ni auto para yuppies. No eres más que la Señora de

Ojalá me equivoque.

 

 

O es pura envidia mía para con el que te da el apellido. Pue’que.